jueves, 12 de abril de 2018

LOS DOCE LINAJES Y EL REY ARTURO.



Hubo un tiempo en el que existió un rey, unos caballeros y una dama. Fue una época de leyendas míticas.   “Excalibur”, prototipo de la “Tizona” de nuestro Cid y de la espada “Cantarina ” del príncipe Valiente, surgió del fondo de las aguas de la mano de la "dama del Lago" y con Merlín como testigo fue a parar a su nuevo dueño, Arturo, que se casaría con Ginebra y crearía una hermandad caballeresca en torno a la Tabla Redonda, de donde partirían los caballeros en busca del Grial. Fue una época en el que las leyendas crearon personajes históricos arquetípicos.

Ángel Almazán de Gracia

Leonor de Aquitania.

Leonor de Aquitania se casó con Enrique II Plantagenet tras ser repudiada por Luis VII de Francia. Ella fue la musa de los trovadores franceses y bardos bretones e impulsó el ciclo literario artúrico y griálico. Tuvo una hija, Leonor de Plantagenet, que se casaría con Alfonso VIII, rey de Castilla. Y ella trajo la Tabla Redonda a nuestra tierra en forma de "Rueda Troncal de los Doce Linajes" mientras miraba a la izquierda hacia la "Sierra de la Demanda del Grial" y a la derecha a la "Sierra del Almuerzo", sede griálico-artúrica de los siete infantes de Lara, con los Templarios como guardianes.
Todo se entremezcla simbólicamente en esta historia: el mito nos lleva a su encarnación histórica, que siempre es imperfecta e incompleta por ser humana y estar cada vez más alejada de los arquetipos originarios y de los dioses.
¿Por dónde empezar? Comenzar a hablar de Hiperbórea sería redundante, aunque ahí está la génesis de los mitos indoeuropeos en los que transcurre nuestra historia.  Partamos, pues, del siglo XII para mayor comodidad del lector. Y digamos, con Joseph Campbell en “El poder del mito” que “no creo que haya habido nadie en la Edad Media de una talla equivalente a la de Leonor de Aquitania”. Fue la mujer más interesante, importante y fascinante. Nació en 1122, tres años después de fundarse la Orden del Temple, y falleció en 1204. Fue duquesa de Aquitania, condesa de Poitou, reina de Francia y de Inglaterra.

Leonor de Aquitania cruzando a un Caballero. Obra del pintor Edmund Blair Leighton ( imagen añadida al artículo por el administrador del blog).

Sin ella quizás no hubiesen existido las Cortes de Amor tal y como se desarrollaron, con ese trasfondo hermético y esotérico que repudiaron y combatieron Domingo de Guzmán y su mentor, Diego de Acebes, obispo de Osma. Sin ella no se hubieran escrito dos de las mejores obras de ese siglo: Roman de Rou y Roman de Brut (esta última desencadenaría una serie de novelas de temas arturianos).
Jean Markale dice que Chrétien de Troyes se inspiró en ella para el personaje de Ginebra en sus obras artúrico-griálicas. Y agrega lo siguiente: “Se puede afirmar que, sin Leonor, no habría literatura cortés, por lo menos en lengua francesa, y que la mayoría de las leyendas celtas relativas al amor serían completamente ignoradas en la Europa cultivada del siglo XII. Fue necesario que una reina apasionada por el tema del amor y por la poesía prestara oído a los fabulistas bretones que recorrían sus estados continentales e insulares para que se desatara un proceso único en la historia literaria: la invasión de un viejo mito y su rejuvenecimiento a través de poetas cuyo genio se revela en el grandioso fresco que nos han dejado. Tristán, Isolda, Arturo, Ginebra, Lancelot, Gauvin, Merlín, Yvain, Laudine, Luned, Viviane y Morgana: estos nombres, convertidos en símbolos universales, nos traen el recuerdo de Leonor. Sin ella no serían más que sombras”.

La Tabla Redonda.

Alfonso VIII (1155-1214) tiene una fuerte vinculación con Soria. Es nuestro rey-niño. Asegura Miguel Moreno que vivió en Soria entre 1158 y 1162.
El linaje de Santa Cruz y Pedro Núñez de Fuentearmegil le libraron de caer en las manos de Fernando II de León en la disputa existente entre Laras y Castros. Comenzó a reinar en Castilla teniendo 14 años, en 1169, y al año siguiente se casó con Leonor de Plantagenet, conocida también históricamente como Leonor de Inglaterra (1156-1214), hermana de Ricardo Corazón de León, sobre el cual se escribieron leyendas en las que sobresale Robin Hood y, mucho más próximo en el tiempo (en esta segunda mitad de siglo), aparece en algunas aventuras de nuestro Capitán Trueno.
Pues bien, si Leonor de Aquitania tuvo mucho que ver con la génesis del ciclo artúrico-griálico, aunque no tanto como los Templarios, su segundo marido, Enrique II Plantagenet trató de imitar al mítico rey Arturo, y al igual que hiciera después Ricardo Corazón de León, impulsó por motivos políticos más que nada la difusión europea literaria de las leyendas artúrico-griálicas en la que adquiere un papel relevante la Tabla Redonda que Arturo instala en su castillo de Camelot a sugerencia de Merlín, y que han sido recientemente plasmadas con mucho acierto en el filme Excalibur dirigido por John Boorman.

Copia  medieval de la Tabla Redonda existente en una de las paredes de la Gran Sala del Castillo de Winchester, Condado de Hapshire -Inglaterra-, capital del antiguo reino de Wessex ( imagen añadida al artículo por el administrador del blog).

Sir Thomas Malory indica en La Muerte de Arturo que la Tabla Redonda (Mesa Redonda) estaba construída a imagen del mundo y en ella podía encontrar cobijo el universo entero, terrestre y celeste. F. Kampers se refiere a la trayectoria de los astros y a la rotación del cielo en relación siempre a un centro inmovil, un Eje del Mundo. Y como destaca Julius Evola, en muchas narraciones los caballeros que se sientan en torno a la Tabla Redonda son doce (como doce son los planetas y los metales en la astrología y alquimia, y doce son los signos zodiacales, y doce suman los apostoles, etc).
Julius Evola resalta su simbolismo en estos términos: “La importancia de este detalle estriba en el hecho de que el doce es un número solar que, de una u otra forma, siempre figuró dondequiera se constituyó, o intentó constituirse, un centro tradicional: los doce tronos de Midgard, los doce supremos dioses olímpicos, los doce troncos del centro délfico, los doce lictores en Roma, los doce residentes de la Avallonia, los doce condes palatinos de Carlomagno, y así sucesívamente”. El doce, por supuesto, tiene otras interpretaciones simbólicas cuya enumeración no vienen al caso.

Los Doce Linajes.

Con todas las referencias dadas no es difícil comprender que el licenciado Alonso Ramírez escribiera durante 1578 en su manuscrito Prerrogativas y Derechos de los Doce Linajes lo siguiente acerca del origen desconocido de éstos: “… nos queda agora la conjetura de pensar que ansi como los Doce Pares de Francia fueron instituídos a semejanza de la Tabla Redonda de Inglaterra e las Casas de Navarra a semejanza de los Doce Pares de Francia, la constitución e fundación de estos Doce Linajes debieron ser por esta manera”.
Sabemos que Alfonso VIII concede a Soria su "Fuero Extenso" y la mayoría de los historiadores consideran que fue el creador de la "Casa Troncal " o "Institución de Caballeros Hijosdalgo de los Doce Linajes de la Ciudad de Soria", a los que otorgaría el Privilegio de los Arneses que ha obligado hasta el siglo XIX, época en la que desapareció la Casa Troncal, a que los reyes de Castilla (y luego de España) pagasen en su primer año de reinado cien pares de armas, escudos, capellinas y sillas o 350.000 maravedíes a los Doce Linajes, hecho único en España, como única ha sido dicha Institución.

Rueda Troncal, emblema de los Doce Linajes de Soria. Interpretación que realizó el heraldista Luis McGarrel a petición de la Asociación de Caballeros Hijosdalgo de la Casa Troncal de los Doce Linajes de Soria en el año 2010 ( imagen añadida al artículo por el administrador del blog).

No es ninguna tontería pensar que la Rueda de los Doce Linajes en la que están circunscritos los escudos de estas casas nobiliarias descendientes de godos y que rodean a la figura ecuestre de Alfonso VIII, encuentre su fundamento arquetípico e iconológico en la Tabla Redonda y el rey Arturo, pues sus leyendas las conocía desde niña Leonor de Plantagenet, cuya familia estaba expandiendo por Europa el ciclo artúrico-griálico.Esta es al menos mi opinión.
Así parece sugerirlo también este otro texto del escribano Alonso Ramírez transcrito por J.A. Martín de Marco: “… estos doce linages como está dicho no son más antiguos unos que otros ni menos principales porque todos se tiene por cosa cierta fueron escogidos e nombrados un mismo día y en una misma hora y para un mismo efecto de donde vino hacer el rey de Inglaterra de quien dice tabla redonda en que se sentasen para mostrar que en los tales caballeros no ha de aber prioridad ni posterioridad ni diferencia ninguna ni personal ni asientos ni en otra cualquier manera”.
Por otra parte encontramos que el escudo de Soria es un castillo con tres torres y sobre las mismas asoma la cabeza coronada de un rey, Alfonso VIII. ¿Porqué no ver también en ello un paralelismo simbólico con Camelot y el rey Arturo?. Estoy seguro de que esta similitud rondó en la mente de Alfonso y Leonor y que tal vez sugirieron que el escudo de la ciudad fuese así por tal motivo. Tal vez, acaso, simplemente afectó inconscientemente en sus creadores estos arquetipos y lo configurasen así, en una sincronicidad más mítico-histórica.
Queda para otro día hablar del simbolismo iniciático de la iconografía de la iglesia románica de Santo Domingo, antaño de Santo Tomé, construida por canteros franceses de Poitou, de donde fue condesa Leonor de Aquitania, según explica María Elena Sainz Magaña en su tesis doctoral.
Interpretación del primitivo escudo de Soria troquelado en la campana grande de la parroquia de Nuestra Señora la Mayor (imagen añadida al artículo por el administrador del blog).

Irónicamente ha sido Santo Domingo de Guzmán -uno de los mayores combatientes del catarismo y del amor cortés trovadoresco impulsado por dicha reina- el que ha tomado posesión patronímica de este templo construido gracias a Leonor de Plantagenet, cuya figura sedente, como la de Alfonso VIII, parece estar representada entre la arcada principal y el rosetón-, rosetón que no es sino una materialización del simbolismo hermético de la rosa, muy nombrada entre los trovadores, minnesinger y Fieles de Amor, entre los que cabe incluir a Federico II, emperador de Alemania, que en alguna ocasión la denominaría -¡y asombrémonos, por favor!- “Rosa de Soria”. Pero esa es otra historia.

SORIA Y MÁS.

Publicado por La Mesa de los Notables.